Aunque es una técnica que se emplea desde hace ya unos años es un término que escucho hace poco con más fuerza.
Fracking o Hydraulic fracturing, para los castellanoparlantes como yo, fractura hidráulica, es un método de obtención de combustible fósil (gas o petróleo) por una técnica que consiste en inyectar “algo” a presión (productos químicos: aditivos, cianuros, xilenos… agua y arena) en el terreno, a una profundidad de unos 2 Km, para forzar fracturas en las rocas que encierra este gas o petróleo y así sea más fácil su salida al exterior.
Yo esto muy “natural” no lo veo, ya que el riesgo que se corre por el desconocimiento que hay sobre el impacto que produce en las aguas subterráneas, el riesgo durante la extracción por ejemplo por perdida de gas metano a la atmosfera que es 20 veces más contaminante que el CO2, la gran cantidad de agua que se consume, el impacto paisajístico… para mí no justifica su utilización, y no sólo presenta estos posibles efectos secundarios incluso se ha relacionado con terremotos que se han producido.
Actualmente existe un vacío legal al respecto pero en España de momento hace poco se ha prohibido por Ley en Cantabria el empleo de esta técnica pero otros como Andalucía, País Vasco o Castilla y León se están planteando su uso.
Esta batalla por la independencia energética también provocaría una reducción en la apuesta por las energías renovables y motivaría un replanteamiento de las políticas energéticas actuales. Así que en este caso, en la guerra como en el amor, NO todo debe estar permitido.